Javier Fernández Lanero

En el Día Internacional de las Personas de Edad (1 de octubre) y conviene recordar que la conformación de la población a nivel mundial está envejeciendo de manera muy significativa, pues se prevé que para el año 2050 el 20% tenga más de 60 años.

En España, y especialmente en Asturias, estamos asistiendo a un acentuado proceso de envejecimiento, debido principalmente a que nuestra tasa de natalidad es la más baja del país y a un descenso de la mortalidad como resultado del aumento de nuestra esperanza de vida, entre otras cosas gracias al estado de bienestar que ha supuesto una mejora radical de nuestro sistema de salud. Algo por lo que, dicho sea de paso, lleva la Unión General de Trabajadores 130 años peleando con logros, entre otros, como el acuerdo para una Ley de dependencia que supuso un avance muy significativo aunque, lamentablemente, el Gobierno del PP la deshabilitó al no dotarla suficientemente, lo que en la práctica está suponiendo que para la prestación de determinados servicios sociales se esté optando por un modelo asistencia privado.

El proceso de envejecimiento obliga a los gobiernos de nuestro país y de nuestra comunidad autónoma, a dar prioridad a la atención a las personas mayores dentro de las políticas públicas para garantizar una adecuada protección social y una pensión digna. En definitiva, para asegurar a los mayores una buena calidad de vida, lo que también incluye afrontar los principales problemas a los que se enfrentan las personas de edad en nuestra sociedad, como las discapacidades, el aislamiento, el abandono y el maltrato, tanto físico como psicológico.

En la Unión General de Trabajadores entendemos que las políticas públicas que se pongan en marchan tienen que ir en tres direcciones que son complementarias: un adecuado sistema de protección social con servicios asistenciales para nuestros mayores; unos servicios de prevención, sobre todo a partir de una determinada edad, que permitan anticiparse a las dolencias para mejorar la calidad de vida, y actuaciones concretas para la integración social, procurando un envejecimiento activo que es fundamental para el bienestar psicológico y emocional.

Hay actuaciones concretas que los gobiernos deben acometer de manera inmediata. Urge poner en marcha en Asturias las medidas que se recogen en el Plan demográfico 2017/2027, llevar a cabo un verdadera política de integración de los inmigrantes y refugiados que huyen de la miseria y de la guerra de sus países de origen, dotar de suficientes recursos económicos los servicios públicos de dependencia, y, sobre todo poner en valor, por parte de todos los dirigentes políticos, económicos y sociales, el papel que desempeñan las personas mayores, tanto de atención a sus hijos que vuelven al hogar familiar por circunstancias de la crisis y la precariedad laboral, como del cuidado de sus nietos en una labor de acompañamiento fundamental que aporta sosiego, seguridad y cariño a los menores.

En definitiva hay que afrontar el envejecimiento poblacional, no como un problema sino como una oportunidad que va a permitir una sociedad mejor y generar nuevos puestos de trabajo en el ámbito de la dependencia y cuidados de las personas mayores para cubrir sus necesidades.

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