Javier Fernández Lanero

Dice el diccionario que el abrazo es el acto de ceñir con los brazos. También se define como estrechar a otra persona entre nuestros brazos como forma de saludo, dar afecto o consuelo. Otros dicen que el abrazo es un excelente medio de comunicación que no necesita ser hablado ni expresado a través de palabras; para muchos es incluso un arte… En fin, no se si el abrazo que vimos el otro día entre el presidente en funciones y el líder de Podemos responde a alguna de estas definiciones, pero podemos decir que fue tan inapropiado desde un punto de vista formal como necesario en el fondo, porque todo abrazo alberga diferentes intenciones y siempre tiene un sentido entre la persona que lo da y la que lo recibe, y su significado expresaba de manera inequívoca, aunque tardía, la necesidad de poner en marcha en este país un Gobierno progresista que garantizase que nada más que se conforme, se podrá poner en marcha la agenda social.

Una agenda que ineludiblemente conllevará la derogación de las reformas normativas llevadas a cabo por el anterior gobierno que tanto daño han hecho a los ciudadanos y ciudadanas de este país, trabajadores, desempleados, pensionistas, así como a las clases más desfavorecidas, mujeres, pobres, emigrantes… Normativas como la reforma laboral, la reforma de las pensiones, la ley Wert, la ley de seguridad ciudadana etc., para las que urge una derogación total y absoluta. Al mismo tiempo se hace necesario poner en marcha un Pacto de Estado por la energía, por la industria, por la salud laboral, una ley de Igualdad salarial, garantía de los recursos económicos suficientes para educación, sanidad, lucha contra el terrorismo machista, dependencia y políticas activas de empleo, sin olvidarnos de repartir la riqueza que se genera en este país entre todos los trabajadores trabajadoras, con un SMI de 1.000 a 1.200 euros al finalizar la legislatura.

Y es este pacto de legislatura en forma de abrazo lo que pedimos a las mismas formaciones políticas que reproduzcan aquí. Porque el objetivo de la izquierda no es gobernar, sino cambiar las cosas, y para esto necesitamos en Asturias cuatro años con dotaciones presupuestarias y con actividad legislativa en la Junta del Principado. Porque nos jugamos mucho con el cierre de las centrales térmicas, la guerra comercial, el coste de las energía y la ausencia de aranceles en nuestra industria que pone en riesgo su competitividad. Porque las inversiones previstas en la variante de Pajares y el plan de cercanías tienen que ser una realidad y el aeropuerto tiene que llegar a ser un aeropuerto. Y la autopista del mar, la regasificadora, el corredor atlántico y el área metropolitana -infraestructuras del siglo XXI- tienen que ponerse en marcha cuanto antes.

Con igual premura que hay que abordar el reto demográfico en una Asturias despoblada en las alas y en las zonas rurales, con una población dispersa, envejecida y que presenta una de las más bajas tasas de natalidad. Tenemos también que apostar por un cambio estructural de todo nuestro sistema formativo que permita que la formación reglada, profesional ocupacional, continua y dual, se ajuste al tejido productivo y a los procesos de producción que en el año 2030 tendrán incorporados las nuevas tecnologías, la digitalización, la robótica, la inteligencia artificial, etc.

Retos todos ellos para los que nadie en solitario tiene la solución. Ni Gobierno, ni oposición, ni empresas, ni sindicatos. Pongámonos a temblar como venga cualquier organización en solitario dándonos lecciones y diciéndonos cuales son las soluciones a todos nuestros males.

Al final Asturias es de sus ciudadanos y ciudadanas y su futuro solo lo podemos construir con acierto si lo hacemos todos juntos, sin echarnos las culpas ni mirar para atrás, sin estar quejándonos todo el día y pidiendo a los de fuera que nos lo solucionen; convirtiendo las amenazas en oportunidades, apartando los intereses propios para poner todas las ideas al servicio de Asturias y de su ciudadanía. Porque hay soluciones, hay propuestas, hay buenas ideas, tenemos ganas e ilusión, ahora solo hace falta un gran abrazo de todas las organizaciones políticas, sociales e institucionales asturianas para ponernos de acuerdo en defensa de nuestra tierra y de nuestra gente.

 

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