El secretario general de UGT Asturias, Javier Fernández Lanero, ha remitido hoy a los afiliados y afiliadas del sindicato una carta de felicitación navideña en la que hace balance de lo acontecido en 2017 y repasa los principales retos sindicales para el año entrante, entre ellos la subida salarial, la revalorización de las pensiones, la derogación de la reforma laboral para acabar con la precariedad, un plan de igualdad salarial y un pacto de estado por la industria. Fernández Lanero finaliza señalando que espera que se empiecen a ver los efectos de la mejora económica en las personas, algo por lo que está luchando la UGT, que cumplirá 130 años en 2018.

La carta dice así:

«Estimada compañera, estimado compañero,

En primer lugar quiero desearte unas felices fiestas y toda la suerte y salud del mundo para el nuevo año que está a punto de empezar.

Quiero cerrar 2017 compartiendo contigo una reflexión sobre la situación actual y las perspectivas y objetivos sindicales de futuro, temas que hemos tratado en el comité autonómico que celebramos el 18 de diciembre.

El año que termina, al igual que los precedentes, se caracteriza por su dureza para los trabajadores y trabajadoras, a pesar de que la economía ha mostrado signos positivos y acelerado su ritmos de crecimiento. Las cifras no han llegado a las personas y esa es una tendencia que hay que revertir, porque de nada sirve una economía que crece si ésta no se percibe por la ciudadanía.

En este contexto, hemos de considerar muy positiva la subida del Salario Mínimo Interprofesional acordada esta semana y que, dicho sea de paso, pone de relieve el decisivo papel de los sindicatos mayoritarios en la lucha por las mejoras laborales y el avance en derechos sociales. Esperamos que este acuerdo sea el punto de inflexión en la dinámica de devaluación salarial que injustamente venimos soportando en este país y podamos empezar a hablar de verdad de recuperación.

Porque, como decía, la realidad de las cifras económicas difiere mucho de la realidad social. Cerramos 2017 en Asturias con 77.924 personas en paro. Son 6.200 menos que hace un año, pero siguen siendo muchísimas más de las soportables. Además, más de la mitad de ellas no cobra prestación por desempleo, ello sin contar que hemos perdido 17.500 activos en una comunidad como la nuestra que está entre las que presentan las más bajas tasas de actividad.

No es mi pretensión abrumar con datos, pero conviene dejar patente alguna cifra más, por ejemplo que el 19% de la población asturiana se encuentra en riesgo de pobreza y que el 40% de los trabajadores percibe salarios netos inferiores a 1.000 euros mensuales.

La difícil situación es consecuencia de la precarización de las condiciones laborales y la devaluación salarial, propiciada por la reforma laboral. La contratación ha crecido, pero sobre la endeble base de la parcialidad y la rotación (de los contratos registrados en octubre, el 44% fueron a tiempo parcial y de éstos otro 44% tiene una duración inferior al mes).

Esta precarización tiene mayor incidencia en los colectivos más desfavorecidos del mercado laboral, especialmente los jóvenes y las mujeres. Éstas soportan más temporalidad y parcialidad lo equivale también a que tengan menores salarios que los hombres. De ahí que estemos pidiendo una ley de igualdad salarial, así como el impulso de planes de igualdad y protocolos de acoso laboral en la negociación colectiva.

La consecuencia clara de la precariedad es la aparición y, lo que es peor, la generalización, de la figura del trabajador pobre, denominación que describe a quienes cuentan con un empleo que no les sirve para escapar de la pobreza. Esta situación no solo afecta individualmente a quien la sufre –será complicado para los trabajadores en precario acceder a pensiones dignas– sino que tendrá repercusiones generales, pues la merma de las cotizaciones amenaza la viabilidad del sistema público de pensiones. Por eso estamos insistiendo en que hay que derogar la reforma de 2013 de la Seguridad Social y en que se revisen las fuentes de financiación.

Éste es el panorama general con que se cierra 2017, y nuestro análisis es que no podemos continuar con una economía en crecimiento que este sostenida por un mercado laboral extremadamente precario y por el empobrecimiento sin límites de las rentas del trabajo.

El crecimiento económico debe ser sostenible socialmente y duradero, y para eso tiene que apoyarse en actividades de alto valor añadido. Así que además de derogar la reforma laboral, que es el origen de la salvaje precarización, hay que sumar al cambio de política que queremos elementos clave, como un pacto de estado por la industria, porque ésta genera empleo de calidad.

En este momento, nuestro objetivo fundamental es la mejora salarial. Es preciso que los trabajadores y trabajadoras –también los empleados públicos– recuperemos el poder adquisitivo perdido en estos años de crisis, más de cinco puntos entre 2010 y 2017. Por eso partimos de que los convenios colectivos recojan salarios superiores a 1.000 euros mensuales y cláusulas de garantía ante la evolución de los precios.

En cuanto a Asturias en concreto, persisten problemas que urge abordar porque lastran la competitividad e influyen negativamente en la actividad económica, como las malas comunicaciones o las obras sin finalizar (Variante de Pajares, deficiente red de cercanías…) además de las amenazas inminentes sobre sectores como el carbón, con el episodio reciente del anuncio de cierre de la central térmica de Lada. Por nuestra parte, esta misma semana hemos reiterado la importancia de la concertación regional y la exigencia de que se pongan en marcha de forma inaplazable las medidas recogidas en el acuerdo.

Era importante, en este contexto, evitar una prórroga presupuestaria que en el momento de escribir estas líneas ya parece que va a producirse irremediablemente. Lamentaríamos en ese caso la incapacidad de las fuerzas políticas de izquierda en Asturias para alcanzar un acuerdo, sobre todo cuando éste se presenta beneficioso para la ciudadanía de Asturias y cuando el proyecto que encima de la mesa presenta fuerte componente social.

Así pues, esperamos que en 2018 se empiecen a producir los necesarios cambios por los que estamos luchando, para que la mejora llegue a las personas, porque de nada sirve que la evolución solo se vea en los números. UGT está dando la batalla para logarlo y no vamos a desistir en el empeño.

En 2018 nuestro sindicato cumple 130 años, y es una buena ocasión para que tengamos presente que a lo largo de su historia nuestra organización ha vivido episodios muy duros de los que ha salido fortalecida porque es íntegra, sólida y necesaria. Y que sin la Unión General de Trabajadores no hubieran sido posibles los logros y avances de la clase trabajadora de este país a lo largo de ya tres siglos. Esos logros tenemos que ponerlos en valor todos los días y son nuestro aliciente y motivo de orgullo.

Nada más, te deseo felices fiestas y salud, paz y trabajo digno. Quedo a tu disposición. Un abrazo muy cordial.»

 

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