Marzo de 2020 será recordado en la historia como un tiempo sin precedentes, por la agresiva expansión mundial del coronavirus Covid-19. Con una nociva e inédita capacidad de contagio, el virus está provocando miles de muertos en los países. También en España, donde ha atacado con especial virulencia, sometiendo a enormes e inimaginables  tensiones a nuestro sistema sanitario, social y económico.

El país ha tenido que hacer frente a la pandemia decretando el estado de alarma por quince días primero, ampliándolo otros quince después y, posteriormente, paralizando cualquier actividad no esencial. Todo ello con gravísimas consecuencias sobre la economía, el empleo y la sociedad en general. Los efectos del Covid-19 serán arrolladores, de eso no hay duda. Lo más probable es que den paso a un nuevo orden mundial.

En este escenario de megacrisis planetaria, el papel de los sindicatos de clase emerge como más necesario que nunca. En primer lugar, como agente social, en el ámbito institucional, presionando, negociando y defendiendo los derechos de todos los trabajadores y trabajadoras para que el modo de hacer frente a esta situación desconocida no implique llevarse por delante a los más débiles. No dejar a nadie atrás en esta crisis es la consigna y con ella como bandera la Unión General de Trabajadores ha estado detrás de las diferentes medidas sociolaborales adoptadas por los gobiernos nacional y autonómico.

También nuestro sindicato desempeña en esta crisis un papel fundamental en las empresas, a través de sus delegados y delegadas, vigilando, denunciando, cuidando de que se respeten las medidas de seguridad y salud oportunas. Y, en tercer lugar, cumple con una indispensable tarea de asesoramiento laboral y legal, así como de información pública, para la que está poniendo todos sus medios y empeño con el fin de dar, generosamente, respuesta a la ingente cantidad de dudas, consultas y trámites que se reciben cada día.

A nadie extraña en la coyuntura actual que la actividad sindical sea considerada y reconocida como esencial. De hecho, ni los que nos han venido desprestigiando gratuitamente hasta hace escasos días cuestionan ahora nuestro papel. No sabemos cómo va a ser el futuro, lo que vendrá después de esto, pero una cosa está clara: seguirá habiendo sindicalismo de clase; seguirá con más fuerza que nunca la Unión General de Trabajadores.

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