Es fundamental visibilizar la importancia de los cuidados en nuestra sociedad, transformar su injusta organización y lograr una retribución digna para aquellos que lo hacen posible.

Una persona cuidadoraes aquella que proporciona el apoyo requerido para el cuidado de otra que se encuentra en situación de dependencia, ya sea de manera transitoria o definitiva, de manera que tanto sus necesidades físicas, como sociales y afectivas estén cubiertas contribuyendo decisivamente a la mejora de su calidad de vida.

La persona que cuida puede ser cuidador profesional o cuidador informal. El cuidado informal lo realiza un familiar o allegado de la persona dependiente, no posee una formación específica, no recibe ninguna remuneración y no tiene un horario establecido. La carga, tanto física como psíquica es enorme, en la mayoría de los casos esta función la ejercen las mujeres, que realizan un trabajo penoso sin ninguna compensación económica, incluso, en muchos casos, renuncian a su carrera profesional para dedicarse al cuidado del familiar afectando, por tanto, también al ámbito económico.

El coste que asumen las mujeres en sus vidas por el hecho de ser cuidadoras es elevado en términos de salud, calidad de vida, acceso al empleo y desarrollo profesional, relaciones sociales, disponibilidad de tiempo propio y repercusiones económicas.

Las asturianas multiplican en 6,7 veces a los asturianos en la frecuencia con la que no participan del mercado laboral por dedicarse a los cuidados, mientras que en España esta cifra desciende a 5.

El 87,9% de las excedencias solicitadas en Asturias durante 2022 para el cuidado de familiares fueron solicitadas por mujeres.

Desde UGT creemos que, por todo ello, tienen que ser objetivos específicos a lograr en un futuro inmediato, el contribuir a visibilizar el papel de las personas cuidadoras en el sistema informal de cuidados, y promover la corresponsabilidad de esta tarea en el ámbito familiar e institucional. Igualmente, mejorar sus recursos personales para potenciar su autocuidado y las estrategias de afrontamiento adecuadas al proceso de cuidar, así como aumentar su formación y habilidades e informar de los recursos sociosanitarios de la Comunidad Autónoma, se muestran como objetivos irrenunciables y necesarios para garantizar una mejor calidad de vida tanto a unos como a otros.

 Creemos que ya es hora de reconocer esta labor que realizan estas mujeres, sin contraprestación alguna que palie su sacrificio, que están trabajando gratis, hay que facilitarles todos los apoyos necesarios, ayudas, en definitiva, que permitan rebajar esta sobrecarga que sufren.

Por su parte, el cuidador profesional puede prestar su servicio en el domicilio, en centros de día o en residencias geriátricas. Sus funciones son  la atención integral a la persona usuaria, facilitando que la persona tenga una vida digna y de calidad. Esto, como en el caso anterior, conlleva una gran carga tanto física como psíquica.

 Y es que este trabajo afecta gravemente al cuidador. De un lado,  físicamente, con consecuencias como fatiga, dolores crónicos, síntomas digestivos, etc. También afecta psíquicamente provocando estrés, ansiedad, depresión, problemas de sueño, etc. Estos síntomas se pueden dar en cualquier cuidador, profesional o no, acentuándose en las personas que trabajan a turnos.

El síndrome del cuidador es un trastorno que se presenta en personas cuidadoras. La persona que “cuida” a otra puede desarrollar episodios de estrés de diferente intensidad. Se trata de un trastorno con unas implicaciones graves tanto a nivel físico como psicológico. Este es un síndrome, también llamado “fatiga de compasión” que afecta cada vez a más personas trabajadoras.

Hay que tener en cuenta, el vínculo emocional que se crea entre la persona trabajadora y la persona que recibe los cuidados, normalmente estos cuidados duran años y llegan hasta el fallecimiento de la persona, con el consiguiente duelo del trabajador.

Desde UGT no podemos sino exigir que se dignifique esta profesión, se debe de reconocer el valor que realmente tiene, es hora de que tengan un salario digno, que se cuente con plantilla suficiente en los centros,  así como el reconocimiento de un  coeficiente reductor para estos profesionales.

  Y es que… ¿De verdad alguien cree que una persona con 65 años o más puede realizar este trabajo? ¿Levantar y acostar a personas que en muchos casos son más jóvenes que la persona trabajadora?

Por todo ello, UGT seguirá luchando para conseguir las mejoras necesarias para que se dé a esta profesión el valor que realmente tiene.

 La sociedad tiene una deuda con las personas que cuidan, y creemos que es hora de reconocerla.

Reconocer los cuidados es: revalorizar, redistribuir y retribuir dignamente.

Ana Isabel García Roza

secretaria de política social de UGT Asturias

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