En lo que llevamos de año han sido asesinados 2 niños y 5 niñas menores de 10 años. Son casos estremecedores, que nos producen una enorme indignación:

-En enero un asesino arrebató la vida a su hijo de 10 años y a su hija de 7, suicidándose después (algo que debería haber hecho antes de matar a nadie).

-En febrero era asesinada una bebé. A su padre se le fue de las manos la paliza.

-Otro “presunto” envenenó a sus hijas de 2 y 4 años en marzo.

-Ese mismo mes otro asesino asfixió a su mujer, a su hijo y a su hija, ambos de 8 años. Otro miserable que se suicidó después.

No nos cansamos de repetir que un maltratador nunca será buen padre, y además es un asesino potencial.

La violencia vicaria es también una forma de violencia machista. Los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género, así como las niñas y niños menores de edad sujetos a su tutela, guarda y custodia, son víctimas directas de este tipo de violencia, tal y como recoge desde el año 2005 la Ley Orgánica 1/2004, de 29 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Ya van 60 asesinatos de niños y niñas desde el 1 de enero de 2013, en que empezaron a contabilizarse.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Por qué no se activa la protección? Una vez más la respuesta es que a las mujeres no nos creen, somos unas exageradas, manipuladoras y vengativas. Pero la larga lista de asesinadas dice lo contrario. La lista de denuncias por agresiones físicas y verbales dice lo contrario. Las denuncias por acoso sexual o por razón de sexo y las violaciones… dicen lo contrario. Conocemos cada expresión de violencia machista contra nosotras. Nadie nos lo cuenta, la padecemos.

Llevamos años denunciando que el machismo más peligroso nos impregna en todos y cada uno de los ámbitos en los que nos movemos. Y cada vez somos más las personas que lo detectamos y lo denunciamos.

No es la primera vez que desde CCOO y UGT denunciamos asimismo la violencia institucional que padecemos las mujeres. Esa violencia física, sexual, psíquica o económica ejercida por agentes y personal funcionario del Estado, por acción u omisión, con consecuencias muchas veces irreparables.

Según un estudio sobre la violencia institucional contra las madres y la infancia y la falsa aplicación del síndrome de alienación parental, realizado por la Universidad Complutense de Madrid para el ministerio de Igualdad en el año 2022, “los estereotipos de género que aparecen en los informes psicosociales, informes periciales y otros informes realizados por los servicios de atención a la violencia machista y violencia sexual contra las niñas, niños y adolescentes se pueden resumir en que se refieren a ellas como celosas, vengativas, mentirosas…”.

Y cuando las administraciones aplican estereotipos de género o el falso síndrome de alienación parental, produce un efecto directo en los casos de sobreseimiento de las denuncias por violencia sexual o por violencia de género en los procesos penales. También tiene un efecto nocivo y devastador en los casos de guardia y custodia.

Tenemos que denunciar, pero debemos exigir que se apliquen las medidas efectivas de protección para nosotras y para menores en riesgo, sin sesgos de género, porque un análisis o enjuiciamiento sin perspectiva de género, sin enfoque interseccional y de derechos, va a traducirse en prejuicios, falsas creencias y estereotipos de género que incidirán negativamente en las resoluciones judiciales y en las medidas o no de protección que pueden llegar a costarnos la vida. 

Y es aquí donde nosotros y nosotras debemos actuar y ejercer nuestra fuerza como sociedad: acompañando, apoyando y defendiendo nuestros derechos. Porque, hermana, nosotros y nosotras sí te creemos.

Basta ya de violencias machistas

La violencia de género la paramos unidas

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