La desinformación se ha convertido en uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo. Así lo subrayaron Jesús Maraña Marcos, director editorial de infoLibre.es y tintalibre, y Carlos Sánchez Sanz, director adjunto de El Confidencial, en una mesa de debate moderada con brillantez por Alejandra de la Fuente Donoso, Secretaria Ejecutiva de Comunicación de UGT.

Durante el encuentro, se abordó cómo la proliferación de noticias falsas y la manipulación informativa erosionan los cimientos de la democracia. La desinformación no solo genera desconfianza hacia los medios de comunicación, sino que también abre la puerta a “realidades paralelas” que se expanden con facilidad en redes sociales, terreno fértil para discursos conservadores y contrarios al progreso.

Jóvenes y voto de extrema derecha

Un dato preocupante que se destacó en la mesa es que uno de cada cuatro jóvenes entre 18 y 22 años se inclina hacia opciones políticas de extrema derecha. La cuestión clave, según los ponentes, es acompañar a los otros tres jóvenes para reforzar el compromiso con el Estado de derecho y evitar la normalización de narrativas populistas.

El auge de estas ideologías está directamente relacionado con el crecimiento de las redes sociales, que funcionan como altavoz y multiplicador de mensajes simplistas, emocionales y, con frecuencia, manipulados. Ante ello, la formación en competencias digitales se presenta como una herramienta esencial para combatir la ignorancia y fortalecer la capacidad crítica de la ciudadanía.

Información vs. sensación de estar informado

Otro de los puntos destacados fue la diferencia entre estar informado y sentirse informado. En la sociedad actual, muchas personas no buscan datos contrastados, sino mensajes que refuercen sus creencias previas, incluso si se trata de bulos. Esta tendencia posiciona los intereses políticos y económicos por encima del derecho ciudadano a la información veraz.

Si bien todos los medios de comunicación tienen una línea editorial, el prestigio de la prensa europea demuestra que es posible mantener la credibilidad. El problema más agudo, señalaron los participantes, se encuentra en España, donde algunos medios publican directamente noticias falsas, generando un efecto corrosivo sobre la confianza social.

El peligro de los datos personales

A esta problemática se suma la cesión masiva de datos personales en el entorno digital. Como recordaron los ponentes, no es lo mismo equivocarse y rectificar que engañar deliberadamente. El verdadero riesgo radica en que existen emisores de desinformación cuya estrategia pasa por manipular al ciudadano, explotando la información privada que este entrega voluntariamente en redes y plataformas digitales.

La mesa redonda concluyó con un mensaje claro:

La desinformación no es un error, es una estrategia. Combatirla exige normas claras, educación digital y un compromiso firme con el periodismo independiente. Solo así será posible frenar la expansión de narrativas falsas que amenazan la convivencia democrática.

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