La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores y Comisiones Obreras de Asturias alzamos nuestra voz enérgica y unida para declarar que las violencias machistas no tienen lugar en nuestros espacios de trabajo ni en nuestra sociedad. Estas violencias, en todas sus formas y manifestaciones, representan una amenaza directa contra los derechos fundamentales de las personas, contra la dignidad humana y contra los principios de igualdad y justicia social que defendemos como movimiento sindical.

Reconocemos que las violencias machistas son una expresión de la desigualdad de género. Esta desigualdad está profundamente arraigada en el sistema patriarcal, que perpetúa la subordinación de las mujeres y las personas con identidades de género diversas. La violencia machista se manifiesta de múltiples formas: acoso sexual, violencia física y psicológica, discriminación laboral, invisibilización y desvalorización de las mujeres, entre otras. No podemos ni debemos tolerar que esta dinámica se reproduzca en los centros de trabajo, ni en ningún otro espacio.

Exigimos que se garantice el derecho de todas las personas a un entorno laboral libre de violencia. Es responsabilidad de las empresas, las instituciones y el Estado implementar políticas efectivas para prevenir, detectar y sancionar cualquier forma de violencia machista en el ámbito laboral. Los sindicatos nos comprometemos a vigilar el cumplimiento de estas medidas y a proporcionar apoyo a quienes se enfrenten a situaciones de violencia o acoso. Reivindicamos la importancia de la negociación colectiva como herramienta para establecer protocolos de prevención y protección, así como para asegurar la formación continua en materia de igualdad de género.

Nos solidarizamos con las compañeras y compañeros que sufren violencia machista. A ellas y a ellos les decimos que no están solos. Estamos aquí para apoyarlos, para escuchar sus voces y para actuar en defensa de sus derechos. La sororidad y la solidaridad son pilares fundamentales de nuestra lucha. No toleraremos ningún tipo de represalia contra quienes denuncien situaciones de violencia, y trabajaremos para que las víctimas reciban la justicia y reparación que merecen.

Denunciamos la complicidad y el silencio que perpetúan las violencias machistas. El silencio es cómplice de violencia. Las violencias machistas no solo son responsabilidad de quienes las ejercen, sino también de quienes las permiten con su pasividad o indiferencia. Nos comprometemos a romper este silencio, a denunciar activamente cualquier comportamiento violento y a fomentar una cultura de respeto e igualdad en todos los ámbitos. Cada agresión debe ser confrontada y rechazada, cada víctima debe ser escuchada y respaldada.

Reivindicamos la necesidad de un cambio estructural. Sabemos que para erradicar las violencias machistas no basta con medidas aisladas o declaraciones de buenas intenciones. Es necesario un cambio profundo en las estructuras sociales, económicas y culturales que sostienen el patriarcado.

Reclamamos políticas públicas que promuevan la igualdad de género, que aseguren la participación equitativa de las mujeres en todos los niveles de decisión, y que garanticen la protección efectiva de los derechos humanos de todas las personas, sin distinción de género.

Nos comprometemos a seguir luchando por una sociedad más justa e igualitaria. Entendemos que la lucha contra las violencias machistas es inseparable de la lucha por los derechos laborales y sociales. La emancipación de la clase trabajadora solo será posible en una sociedad donde todas las personas, sin excepción, puedan vivir libres de miedo y opresión. Seguiremos trabajando para construir un futuro donde la igualdad de género sea una realidad y donde las violencias machistas sean erradicadas de una vez por todas.

¡Por un mundo sin violencia machista! ¡Por una vida digna y libre para todas y todos!

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