Javier Fernández Lanero

La Constitución de 1978 es el resultado de los derechos y libertades que, durante la dictadura, se fueron conquistando por parte de los trabajadores, trabajadoras, ciudadanos y ciudadanas de este país. Por eso reconoce de manera clara, como pocas en el mundo, el papel fundamental que tienen las organizaciones sindicales en nuestro país e introduce los derechos a sindicalizarse y de huelga entre tantos otros.

Nuestra Constitución es un ejemplo de consenso de todas las instituciones políticas, sociales y económicas, que supieron poner la democracia, las libertades, los derechos de las personas y la justicia social por encima de cualquier interés. Es la base sobre la que se asienta nuestro modelo de sociedad y convivencia.

Por eso es nuestro deber fortalecerla y actualizarla a los nuevos tiempos pero preservándola contra quienes la quieren cambiar para adaptarla a sus intereses o simplemente destruirla por simbolizar lo que supuso el inicio de una nueva etapa de esperanza y futuro para todas las personas de este país.

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