Carmen Escandón
Carmen Escandón

Aunque el Día de la Mujer tiene que ser todos los días, es bueno que aprovechemos la significativa fecha del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, para renovar nuestro compromiso con la igualdad entre mujeres y hombres y llamar la atención sobre la situación en materia de igualdad, que en la actualidad en nuestro país es de claro y preocupante retroceso.

La crisis y las políticas que se han adoptado frente a ella en España han afectado seriamente a las mujeres, que son las grandes perjudicadas: protagonistas de la precariedad, la temporalidad, el desempleo, el trabajo a tiempo parcial (también involuntario) y sueldos mucho más bajos que los hombres, lo que compromete también sus pensiones futuras.

Las diferencias se han agravado por las reformas laborales y ahora se están agrandando con la pretendida recuperación, que llega de la mano de un modelo de crecimiento que no tiene en cuenta la igualdad. Para hacer frente a ello estamos reivindicando medidas, como una ley de igualdad salarial entre mujeres y hombres, el desarrollo reglamentario de los contenidos mínimos de los planes de igualdad en las empresas y que el Pacto de Toledo contenga medidas de corrección de las discriminaciones de género en el sistema de protección social.

Además, la igualdad efectiva para hombres y mujeres pasa por que nosotras asumamos retos y posibilidades de acción. Las mujeres tenemos que abandonar nuestros complejos de culpa y exceso de responsabilidad por no tener el don de la ubicuidad.

También pasa por que ellos reduzcan su absentismo en el hogar y en las tareas del cuidado, por que asuman de forma corresponsable su lugar en la familia. Por que empiecen a vivir sus nuevas masculinidades felices y conscientes de poder disfrutar de los permisos de paternidad que los recortes del Gobierno les han hurtado y que deben tener la misma duración que los de maternidad, y ser personales e intransferibles.

Según el Instituto Nacional de Estadística, la mujer dedica al día 4horas y 29 minutos al trabajo doméstico y cuidado, mientras que el hombre dedica un promedio de 2 horas y 32 minutos. Casi el doble. No puede ser que de las 50.537 excedencias solicitadas para cuidado familiar en el año 2016, más del 90% lo hayan sido por mujeres ¿Los hijos e hijas no son de los varones también?

La Ley de medidas de protección integral contra la violencia de género cumplió 12 años el pasado diciembre sin que la salvaje realidad del feminicidio se reduzca. De hecho, 2017 con 20 asesinadas a estas alturas, va camino de ser un annus horribilis si no ponemos freno. La iniciativa parlamentaria presentada por el PSOE y que todos los partidos políticos han ratificado tiene que convertirse más pronto que tarde en un Pacto de Estado contra la violencia de género. Aquí no caben esperas ni burocracias procedimentales. Nuestra sociedad no puede amparar por más tiempo el terrorismo machista.

Por otra parte, la Ley Orgánica para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres cumplirá 10 años el próximo día 22 marzo, sin que se hayan corregido importantes desequilibrios como la brecha salarial de género, que ronda en nuestro país el 24% y que hace que una mujer deba trabajar al año 84 días más para recibir el mismo salario que un hombre. O que en materia de pensiones la realidad sea aún más dura y que la brecha se sitúe en el 37,95%.

Y como quiera que la igualdad no es un capricho sino un derecho, más aún, una obligación jurídicamente exigible, la Unión General de Trabajadores perseverará en la lucha contra cualquier forma de discriminación y violencia contra las mujeres, en la certeza de que algún día cercano (confiamos en que los augurios de la Unión Europea, de que habrá que esperar 70 años más para la plena igualdad fallen) nuestra sociedad aprovechará por su bien el cien por cien del talento.

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