Carmen Escandón.

Dicen que las casualidades existen; para quien escribe estas líneas y se declara, si no atea, sí al menos agnóstica, y por tanto no creyente en casualidades, tendré que empezar a admitir que “haberlas haylas”. Porque, ¿qué si no, podría ocasionar tal número de felices confluencias en un solo año, 2018?

Antes de que acabe esta semana, el próximo domingo, 12 de agosto, Día internacional de Juventud, la UGT, la primera organización sindical del país, y la segunda más longeva de Europa, cumplirá 130 años de historia. Este mismo año 2018, en junio, se ha constituido RUGE (Revolución Ugetista), la organización juvenil nacida por y para la Juventud. Este mismo 2018, el año del feminismo y de la mujer, en el que hemos celebrado la primera huelga (que no paro) feminista del 8 marzo, que ha marcado un antes y un después en esta celebración anual.

Y así, en un momento histórico, con movimientos como Time’s up, Me too, etc., en que se habla de que la Revolución será feminista o no será, la cuarta ola del feminismo, etc., en la Unión General de Trabajadores seguiremos luchando para cumplir los más de tres siglos de historia del Feminismo.

Porque cuando hayamos conseguido entre todos y todas la igualdad de género* habrá que seguir combatiendo las demás desigualdades, y en particular las de clase. Porque en la base de cualquier desigualdad radica la creencia de que alguien es superior, mejor, más importante o más capaz. Y eso que figura en nuestro ADN, la solidaridad y la igualdad, que compartimos con el feminismo, y a lo que sumamos la negociación colectiva como herramienta definitoria que nos permite alcanzar acuerdos con los demás agentes sociales y la patronal, y a través del diálogo social con éstos y el Gobierno, se conforma una secuencia genética que nos habilita como instrumento básico para la consecución de una sociedad más justa e igualitaria, en la que se garantice la redistribución de la riqueza y el acceso en condiciones de igualdad de oportunidades al mínimo vital necesario (educación, sanidad, servicios sociales…).

Y todo esto, que pueden parecer palabras grandilocuentes, luchamos por conseguirlo cada día las mujeres y hombres que conformamos la UGT. Desde los centros de trabajo, negociando planes de igualdad, medidas de conciliación, revisando clasificaciones profesionales y conceptos retributivos para combatir la brecha salarial, como violencia económica ejercida sobre las mujeres. Pero también en nuestras esferas de actuación, a través de la firma de acuerdos como el AENC, que establece un marco de condiciones laborales mínimo de referencia para todos los trabajadores y trabajadoras y para varios años de vigencia.

Y mediante la presión que podemos ejercer sobre Gobierno y partidos políticos para la consecución de todo aquello que nos parece de justicia: la garantía de las pensiones, con la supresión del factor de sostenibilidad que discrimina especialmente a la mujer como ha reconocido la UE; la subida de las pensiones de viudedad que el PP había venido demorando desde hacía 6 años; la mejora del permiso de paternidad (5 semanas) que aún nos parece claramente insuficiente porque abogamos por permisos iguales e intransferibles que garanticen la corresponsabilidad como única vía posible para lograr la verdadera igualdad; la lucha por que el Gobierno ratifique el convenio 189 OIT para el trabajo decente de las trabajadoras del hogar (porque en su mayoría son mujeres); recuperación de la ley de dependencia y mejora en su implementación; el empeño en combatir cualquier forma de violencia sobre las mujeres, la violencia de género en particular, pero también el acoso sexual y por razón de sexo en el trabajo, demandando un convenio OIT al respecto y que será ya una realidad el próximo año. La presión para que el Pacto contra la Violencia de Género sea una realidad plausible casi un año después de su firma, porque el anterior Gobierno demoró la dotación presupuestaria y los cambios legislativos necesarios (desde 2003 que disponemos de estadísticas, ya son 948 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas; cualquier otra causa con estas cifras ya habría sido prioridad absoluta de Estado hace mucho tiempo).

Los logros, por pequeños que parezcan, se consiguen a través de convenios colectivos, leyes y sentencias, y es ahí donde nuestra organización despliega toda su fuerza feminista.

También en lo que concierne a la Juventud; somos conscientes de que tenemos que aprobar esta asignatura. Hemos formado a la mejor Juventud, pero por falta de oportunidades en nuestro país se está fugando ese talento, esa inversión, que aprovechan otros. No podemos permitir que esto siga ocurriendo porque demográficamente tampoco podemos soportarlo.

Trabajo precario, temporal y parcial, que impide la estabilidad necesaria para la emancipación; falsos autónomos o autónomas y trabajo para plataformas digitales que desdibujan su responsabilidad como empleadores y empleadoras. Además de combatirlo mediante denuncias a Inspección de Trabajo, desde UGT hemos decidido combatirlo formalizado procesos de conflicto colectivo. Hay que perseguir el fraude laboral sin descanso. Y hay que ofrecer a la juventud el acceso al mundo laboral, entre otros a través del contrato relevo que el anterior gobierno había desvirtuado pero que junto con la formación profesional dual serán dos vías primordiales para el rejuvenecimiento de plantillas como la de las AAPP (porque la media de edad de los 3,2 millones de empleados y empleadas públicos supera los 53 años).

Y es precisamente en nuestra Juventud formada y comprometida con la igualdad y las nuevas masculinidades, con las que ganamos todos y todas, ellos también, en la que depositamos la esperanza de lograr una sociedad igualitaria en la que participemos al 50% del trabajo remunerado fuera de casa y del no remunerado dentro, el relacionado con las tareas del cuidado porque empiece a valorarse este trabajo en lo que realmente supone para la sociedad.

Porque esta será la verdadera revolución: un Estado de bienestar robusto y centrado en la cuarta pata, los servicios sociales; con hombres y mujeres capaces de las mismas tareas, mismos esfuerzos, mismos permisos retribuidos al 100% e intransferibles. Sólo una reflexión: por qué no retribuir en su justo precio la tarea del cuidado (de los menores, mayores, dependientes, del hogar,…) que es la llave que permite poner en marcha el resto de trabajos que desarrollamos cada uno de nosotros y nosotras.

Y concluyo como empecé, sumando “casualidades” a este 2018, la feliz casualidad de una moción de censura que ha permitido alejar del gobierno del país al partido que menos compromiso ha mostrado con la Igualdad y la Juventud ¡Que les vaya bonito! Al recién llegado, saludamos de buen grado el cambio de tornas, pero estaremos expectantes para que los avances se produzcan realmente.

* En palabras de Amelia Valcárcel “cuando las mujeres puedan cometer los mismos errores que los hombres y no se les insulte por ello”; personalmente creo que habremos alcanzado la igualdad cuando dejemos de referirnos a las mujeres como un colectivo, y nos identifiquemos como lo que realmente somos, algo más del 50% de la población mundial, con esa misma representación en todos los órdenes de la vida, política, social, económica…

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